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Niños y niñas a quienes se les denomina “tímidos”, “retraídos”, “inseguros”, etc.,experimentan dificultad para expresar sus ideas delante de sus pares y/o adultos. Cuando se les invita a hacerlo pueden llegar a quedarse paralizados sin poder pronunciar palabra, mostrando un nivel de tensión creciente, a medida que los demás esperan su respuesta. Otra forma en la que manejan esta situación es respondiendo con voz muy baja, casi imperceptible, así como con gestos de evasión. |
¿Qué hacer frente a esta situación?
Una de las primeras tareas del padre, docente y/o tutor es explorar a qué se debe dicha dificultad. Las razones pueden ser diversas. En algunos casos puede deberse a que hay niños que son muy perfeccionistas, no toleran el error y consiguientemente, cuando no encuentran la respuesta exacta prefieren no responder. Otros niños saben la respuesta pero su inseguridad los hace dudar, y tienen temor a responder. Otros niños temen que los demás se burlen, por ello intentan evitar ser el centro de atención. En la mayoría de casos está presente un temor a equivocarse y ser evaluados por los demás.
Un factor subyacente a este problema, puede deberse a un ambiente muy exigente, donde, ya sea tácita o explícitamente, el error no es aceptado.
Por ejemplo, hay padres de familia que se obsesionan con las tareas de sus hijos y se detienen a observar todos los detalles de las mismas, resaltando los errores y exigiéndole a su menor hijo o hija, que corrija exhaustivamente, buscando un nivel de perfección que muchas veces está por encima del rendimiento esperado para la edad del menor. También es frecuente ver a los padres sentados con un borrador en mano, listos a eliminar todo atisbo de equivocación. En casos extremos son los padres quienes terminan la tarea, mientras el hijo o hija observa.
Al respecto, es importante señalar la importancia de resaltar lo positivo y en lo posible esperar a que sea el docente quien indique el error al niño o niña, así como su posterior corrección. En todo caso, hay una regla que siempre ayuda, y es establecer una norma, la cual señala, que por cada error que deseemos señalar, debemos destacar previamente cinco aspectos positivos.
Los niños, desde muy pequeños, deben sentirse seguros de hacer sus trabajos y asignaciones por si mismos, y los adultos debemos evitar sembrarles el temor a equivocarse. El “error” debe ser considerado como parte natural del aprendizaje y percibido como una oportunidad para aprender a hacer “mejor” las cosas y no como un fracaso. Sin embargo, vivimos sumergidos en una cultura que desde muy temprano siembra en los niños y niñas el miedo a equivocarse y debido a ello, muchas experiencias de aprendizaje son vistas como fracasos irreparables, con su consiguiente repercusión en el estado de ánimo de los menores.
Vemos otros padres de familia demasiado exigentes consigo mismos, buscando la excelencia en cada cosa que hacen y esperando esta misma respuesta de parte de sus menores hijos. Los niños captan e interiorizan esta tensión y ansiedad por la perfección e inmediatamente interpretan la idea : “es terrible equivocarse”, “Si hago algo debe ser perfecto y si no es perfecto es mejor no hacerlo”.
Otro aspecto muy contraproducente para los niños y niñas, que menoscaba seriamente su seguridad básica, son aquellos ambientes familiares donde los miembros se burlan entre sí, riéndose y actuando de manera sarcástica. No es “inusual” que el “bullying se presente dentro de las familias y se replique en otros ambientes.
También debemos resaltar que “La sobre atención” y “la sobre protección” son factores muy contraproducentes para el desarrollo de la seguridad interna de un niño. Con ello nos referimos a padres y/o familiares quienes se muestran “sobre” atentos a sus menores hijos, evitando que se lastimen, que se frustren, que lloren, etc. Si un niño es consentido todo el tiempo, si recibe ayuda a pesar de estar en capacidad de realizar determinadas actividades por si solo, etc., estamos sentando las bases para que desarrolle una inseguridad de base, ya que la interpretación que hará de esta experiencia será la siguiente: “No lo puedo hacer solo, no soy capaz de hacer las cosas por mi mismo, etc”:
Citemos un ejemplo:
Alejandra, una niña de 8 años tiene temor a hablar en público. A pesar de ser una de las mejores estudiantes de su salón, voluntariamente decide no participar de los juegos florales para no exponerse a tener que hablar en público, y para ello, cuando se le invita a recitar la poesía que se sabe de memoria para calificar para los juegos florales, decide no hablar. Sus papás muy preocupados la llevan a terapia.
Debemos preguntarnos cómo es el ambiente y la tipicidad familiar de Alejandra. Su madre es sumamente competitiva y traslada esta actitud hacia el ambiente de sus hijos, comparándolos con los demás compañeros y estando permanentemente al tanto de los resultados académicos. El padre es muy exigente con la conducta, atento a los detalles de la decoración de la casa, extremadamente ordenado, sensible a los ruidos, irritándose con mucha facilidad y explotando con facilidad. Ambos padres son más exigentes con el rendimiento escolar del hermano mayor de Alejandra, y para asegurar el primer lugar del niño en el salón, le contratan profesores de todo tipo y lo supervisan todo el tiempo. Cuando el niño comete un error se ofusca y enoja mucho, perdiendo los papeles, tal como lo hace el padre. Dado que la niña es menor y no tiene su nivel de conocimientos, el hermano se burla de ella.
Este caso nos permite comprender cómo el ambiente impacta definitivamente en la forma en que los niños y niñas aprender a percibir el mundo que los rodea. Alejandra, la niña del ejemplo, percibe la exigencia de los padres, la ansiedad y vehemencia de la madre, y dado que los seres humanos somos intérpretes de lo que nos sucede, Alejandra concluye: “Es terrible equivocarse, no me lo puedo permitir, no seré capaz de soportar la decepción de mis padres y las burlas de mi hermano; por ende mejor me abstengo”.
El trabajo del docente y padre de familia debe iniciarse muy tempranamente. Algunas reglas de oro son:
- Evitar la sobre protección. No intervenir anticipadamente, ni hacer por el niño lo que él o ella es capaz de hacer por si mismo. Brindarle seguridad y apoyo para que lo haga por si mismo, así se equivoque.
- En caso de ayudar, ponderar la intensidad y cantidad de ayuda que damos.
- Mostrar serenidad y seguridad frente a los problemas (debe reflejarse hasta en el rostro).
- No corregir, ni llamar la atención si uno está ofuscado (salvo en casos de peligro).
- Evitar corregir a los niños y niñas delante de otras personas.
- Ayudarlos a que aprendan de sus errores. Dejar que el menor se equivoque y esperar a que por si mismo se percate del error. En caso de que el adulto deba o desee intervenir, evitar una actitud crítica.
- Nunca comparar a los niños entre sí.
- Favorecer la cooperatividad y no la competitividad.
- No burlarse, ni ser sarcásticos.
- Evitar corregir todo el tiempo.
- Enseñar y ayudar a enmendar, evitando castigar.
- No usurpar la labor del docente.
- Evitar tareas y asignaciones que no estén al nivel el niño.
- Dejar que cada niño se exprese a su manera; evitar los estereotipos.
- Evitar tareas y asignaciones donde se valore más la forma que el fondo.
- Ayudar al niño y la niña a encontrar respuestas a sus interrogantes.
- Consultar siempre al niño “qué piensa”, “qué cree”, “qué desea hacer”.
- Evitar exagerar en decir “no”.Que los niños se paren desde sus mismos asientos cuando desean expresar una idea
- Que salgan a señalar algo a la pizarra
- Que lleven de casa algunos cuentos y/
- Si se les consulta algo, que sea algo que estamos seguros podrá responder
- Realizar preguntar cerradas cuya respuesta sea “si” o “no”
- Que al hablar en público obtenga una respuesta natural, sin aplausos y felicitaciones
- Fomentar trabajos grupales donde los niños puedan expresar abiertamente sus ideas
- Si se desea hacer actuaciones evitar poner tanta atención a los vestuarios, coreografías, etc., sino centrarse más en cómo se siente el alumno, y brindar a cada niño el lugar desde donde se siente cómodo y seguro.
- Evitar agrupar a niños tímidos con niños muy habladores o aquellos que demuestran que se lo saben todo
- Destacar de manera prudente las cualidades y potenciales de los niños. Que todos los niños se sientan poseedores de uno o más potenciales a partir del cual pueda integrarse y ser valorado por el grupo.
Si estamos frente a un niño con temor a hablar o exponer sus ideas en público, hay que evitar exponerlo al resto de niños y niñas mientras no tengan los recursos suficientes para hacer frente a esta situación. Primero y antes que nada, el docente debe crear un vínculo de confianza con sus alumnos, y en especial con el niño o niña que presenta timidez e inseguridad. Es fundamental para la seguridad y estabilidad emocional de un niño, que su Maestro/a le brinde una ambiente “libre de miedo”, y que no lo exponga delante de los demás compañeros, menos aún que le exija aquello que él, aún, no es capaz de dar. El docente debe mostrar un verdadero y genuino interés por sus alumnos y mostrar empatía si desea que sus alumnos así también lo hagan.
Actualmente vemos que el número elevado de alumnos, así como la carga académica y curricular muchas veces la posibilidad de generar espacios donde los Maestros puedan establecer y fortalecer vínculos con sus alumnos. Sin embargo, con un poco de esfuerzo, se pueden crear estos espacios.
En la medida que los niños van adquiriendo mayor confianza se puede propiciar lo siguiente:
Una vez que los niños constatan que están en un lugar seguro, amigable, libre de “miedo”, donde se respetan las reglas y a las personas, se irán sintiendo cada vez más seguros e irá surgiendo de manera gradual la confianza necesaria para poder expresarse delante de los demás.
Hay que tomar en cuenta que no todas las naturalezas y temperamentos se sienten a gusto hablando y expresándose delante de los demás. Estos casos son sencillos de detectar, ya que los niños a pesar de no mostrarse motivados, son capaces de sobreponerse a esta falta de inclinación cuando la situación lo amerita. El problema se presenta cuando la dificultad de hablar en público entraba el desarrollo del niño y es producto de los miedos que lleva dentro.
Algunas pautas que se pueden trabajar desde el jardín para ir preparando al niño:
Estas son algunas pautas que pueden ayudar y esperamos sea de utilidad para el manejo de estos casos donde muchos niños y niñas no son capaces de proyectar su potencial debido a un problema emocional.
Psic. Janice Ferrand Seminario
Sub Directora, Perú
Fundación ELIC, Escuelas Libres de Investigación Científica para Niños