Premios y recompensas: su efecto en la voluntad de los niños

 
NIÑO EXCLUIDO

Psic. Janice Ferrand, Sud Directora Perú.

En el reino animal, especialmente entre los mamíferos, los premios o recompensas que el adulto otorga al menor se traducen en afecto, que puede manifestarse como caricias positivas, acercamiento físico y/o reconocimiento cada vez que realiza una acción favorable para su adaptación. El castigo o reprensión, por el contrario, busca erradicar un tipo de conducta que atente contra la supervivencia del individuo y/o su especie. 

A fin de que el adulto pueda guiar y orientar al menor, este último debe ser capaz de mostrar receptividad al afecto otorgado por la madre y/o cuidador, para lo cual existe un aspecto biológico: la generación y segregación de oxitocina en el sistema nervioso, tanto del bebé como de su madre, cada vez que interactúan afectivamente. La oxitocina es el neurotransmisor responsable de las conductas de empatía, apego y afecto, que es secretada a través de las caricias. 

Como el bebé es receptivo a las señales afectivas de su madre, esta podrá ir reforzando pequeños logros, actitudes y conductas que favorecerán su sano desarrollo y maduración. Cada aprendizaje será reconocido, valorado y visto como un gran acontecimiento por el adulto, y la retroalimentación afectiva bastará para motivar al menor. 

Dado que los niños responden positivamente al afecto, desarrollan un sentido de servicio que exteriorizan de manera espontánea y natural. Así, casi desinteresadamente, se ofrecen como voluntarios cada vez que el adulto va a realizar una actividad o tiene una necesidad. Al niño le basta una pequeña retroalimentación afectiva para sentirse feliz, motivado, valorado y apreciado.

Lamentablemente, el sentido natural de “servicio” en los niños y niñas, se ve afectado por el efecto contraproducente de introducir recompensas materiales a muy temprana edad. Sin ser conscientes, los padres pueden alterar el sistema motivacional de sus pequeños hijos, privándolos de la alegría y satisfacción de “hacer” sin recibir algo material a cambio, lo cual condiciona su preciada voluntad. Por ejemplo, muchos adultos ofrecen premios que van desde una pequeña propina hasta un viaje al extranjero por lavarse los dientes o aprobar un curso, respectivamente. 

Sentido y sensibilidad

¿Qué hacer? Antes que nada, es fundamental salvaguardar y reforzar en una primera etapa del desarrollo la receptividad del niño a la retroalimentación afectiva (caricias, reconocimiento, etc.), y evitar introducir recompensas materiales que puedan condicionar su voluntad. Posteriormente, hay que formarlo para automotivarse. 

La Formación representa la cumbre de la enseñanza y el paso hacia la automotivación. Y es que no se trata solamente de enseñar algo a un niño, sino de formarlo en la trascendencia de lo aprendido, ya que la falta de sentido disminuye su interés por las cosas. Es fundamental explicarle, por ejemplo, la importancia de mantener ordenado su cuarto. Se puede partir por lo que esta tarea significa para él y, luego, para su familia. Después, revelar cómo cultivar esta disciplina ayuda también a la sociedad y al mundo. Algunas sugerencias a continuación:

  • Mantener su cuarto ordenado lo va a favorecer porque siempre encontrará los juguetes en su sitio y ya no tendrá que estar buscándolos, lo cual le resta tiempo para jugar, resulta un argumento interesante. Sería importante que el niño obtenga unos minutos adicionales de juego por haber ordenado sus juguetes, ya que esta es una consecuencia natural de su esfuerzo. 
  • Incluir el beneficio que tiene su conducta en los que lo rodean, pues es fundamental fortalecer su sentido de empatía. Puede explicársele que el orden en su cuarto facilitará el trabajo de la persona encargada de la limpieza de la casa. 
  • Para el escenario social, mencionar que los juguetes bien conservados pueden servir a otros niños cuando él ya no los necesite, lo cual contribuirá al reciclaje y la reducción de los desechos en el planeta.

Formar el Talento de los niños es una característica fundamental de la propuesta de la Fundación ELIC, Escuelas Libres de Investigación Científica para Niños. En su libro “Educación para el Talento y la Paz”, menciona: “No entendemos Talento como sinónimo de superdotación. El Talento se muestra cuando el ser humano encuentra la vía para unir su potencial con las necesidades de los demás, con la sociedad y el mundo que le rodea”. 

Concluimos reiterando la importancia de reforzar en los niños la voluntad de servicio y la motivación hacia la misma. Esto irá restando, de a pocos, la necesidad de una retroalimentación afectiva proveniente del entorno, por lo que serán capaces de automotivarse y guiar su conducta en función del sentido que le han otorgado a una tarea determinada. 

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